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 “Palacio Urrutia-Espilla” es la denominación original de este edificio cuya construcción fue ordenada por el matrimonio formado por Ignacio Urrutia y Ana Espilla a mediados del siglo XVII en el solar que ocupaba una casa más antigua. En 1778, la mansión pasó a pertenecer a la familia Irizar, que es quien ha mantenido la propiedad hasta hace pocas décadas. En este palacio se firmó el Convenio de Bergara, que puso fin a la Primera Guerra Carlista.

PRESTIGIO Y FORTUNA

Consta documentalmente que la casona que ocupaba este solar pertenecía a comienzos del siglo XVII a la familia Espilla. Ana de Espilla contrajo matrimonio, en 1659, con el capitán Ignacio de Urrutia; se unieron así, como ocurriera en más de una ocasión durante el Antiguo Régimen, el prestigio otorgado por un linaje de antiguo abolengo con la capacidad de obrar que da la posesión de una gran fortuna dineraria. Efectivamente, el capitán Urrutia –que había hecho carrera en la armada y prósperos negocios en Sevilla y América– aportó al matrimonio una ingente cantidad de dinero; Ana de Espilla, por su parte, la casa y sus terrenos, símbolos de un innegable arraigo prestigioso en la villa. El matrimonio acometió con prontitud las obras para la remodelación integral de la casa y su conversión en un verdadero palacio. El aspecto general que el palacio Irizar muestra hoy en día corresponde a aquella época.

JAUREGIA ETA LORATEGIA: ALDERDI ARTISTIKOAK

Irizar jauregia eraikin dotorea da, bolumetria irmokoa eta soiltasun-itxurakoa. Dekorazioa honako elementu hauetan biltzen da batez ere: balkoietako balaustreak —burdina forjatuzko lan bikaina—, ertzeko armarria —Barrenkale eta lorategi aldeetarako fatxadetako ertzean—, eta aberastasun handiz tailatutako egurrezko hegala.    Barrualdean, berriz, gu gauden atari handi honetan bertan, azpimarratzekoa da eskailera aldera sarbidea ematen duen arku karpanel handia.

Etxeak, fatxada bati lotuta, antzinako lorategi eder bat du. XVII. mendearen bigarren erdian, Urrutia kapitainak eta Ana Espillak jauregiari dotoretasun berezia eman nahi izan ziotela-eta, antzinako etxeak zituen baratzetatik zati bat kendu eta lorategi bihurtu zuten.   Lorategiaren traza diseinatzerakoan, oso kontuan hartu ziren garai hartako Europako kultur guneetan erabiltzen ziren dekorazio geometrikoaren errepertorio ospetsuenak.

Bai jauregiak, bai lorategiak, monumentu-izendapena dute. Jauregiak 1964. urtean lortu zuen; lorategiak, berriz, 2009. urtean.

PALACIO Y JARDÍN : ASPECTOS ARTÍSTICOS

El palacio de Irizar se nos muestra como una construcción elegante, de rotunda volumetría y aspecto sobrio, que concentra los elementos decorativos fundamentalmente en los balaustres de los balcones –magníficos trabajos de hierro forjado–, en el escudo esquinero –situado en la confluencia de las fachadas que miran a Barrenkalea y al jardín– y en el ricamente tallado alero de madera.    En su interior destaca el gran arco carpanel de acceso a la escalera, arco que se sitúa en este amplio zaguán en el que ahora nos encontramos.

La casa posee, adosado a una de sus fachadas, un hermoso y antiguo jardín. En la segunda mitad del siglo XVII, el capitán Urrutia y Ana de Espilla decidieron, con el fin de dar una singular elegancia al palacio,  transformar una parte de las huertas que poseía la primitiva casa en jardín.   A la hora de diseñar su traza se tuvieron muy presentes los repertorios decorativos geométricos  más en boga en los círculos cultos de la Europa de aquella época.

Palacio y jardín poseen la calificación de monumento. Al palacio le fue otorgada dicha categoría en el año 1964, y en 2009 al jardín.

EL CONVENIO Y EL ABRAZO DE BERGARA

El 31 de agosto de 1839 se reunieron en este palacio los generales Rafael Maroto –máximo responsable militar de las tropas carlistas– y Baldomero Espartero –general en jefe del ejército liberal del Norte– para firmar el Convenio de Bergara, mediante el cual se puso término a la Primera Guerra Carlista (1833-1839).   Además de rubricar el documento, ambos militares escenificaron el acuerdo abrazándose ante los diferentes batallones que habían sido llamados a nuestra localidad y que iban acudiendo a sus inmediaciones.

Espartero se comprometió a hacer todo lo posible para que el Gobierno no tomara la decisión de anular o derogar los Fueros de los territorios vascos. El artículo 1 del Convenio de Bergara reza así:

"El Capitán general D. Baldomero Espartero, recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta, de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros."

Pero pocos meses después, Espartero –apoyado por los liberales progresistas– se hizo con el control del poder en el reino: fue nombrado primero jefe del gobierno y regente el 10 de mayo de  1841. Durante este año dispuso una serie de medidas que se consideraron lesivas para la organización político administrativa de las Provincias Vascas. A finales de septiembre de 1841 los círculos liberales moderados promovieron un alzamiento contra el general, alzamiento que se prolongó durante los primeros días de octubre y que tuvo puntual reflejo  en el País Vasco (Octubrada). Espartero, tras conseguir reprimir el motín, firmó el 29 de octubre de 1841 un Decreto en Vitoria mediante el cual  anulaba o modificaba abundantes, diferentes y sustanciales aspectos de los Fueros, por lo que muchos historiadores lo consideran de abolición de los mismos.  Así, ordenaba la sustitución de los corregidores por los jefes superiores políticos; la implantación de la organización municipal siguiendo las leyes y normas generales vigentes en el reino; la instauración de diputaciones provinciales en sustitución de las forales; la implantación del sistema judicial general en lugar del sistema vigente según fuero; la ratificación de la supresión del denominado Pase Foral y el traslado de las aduanas del interior a la costa.

Una serie de acontecimientos acaecidos entre julio y diciembre de 1843 hizo que Espartero marchara al exilio y que los liberales moderados regresaran al poder. Fue entonces (1844) cuando las Diputaciones de Gipuzkoa, Bizkaia y Araba lograron que entraran nuevamente en vigor ciertas partes del entramado foral.  No se volvió, sin embargo, a la situación anterior a octubre de 1841, ya que el sistema judicial, por ejemplo,  no se alteró, continuando  vigente el general implantado en el reino, el Pase foral continuó suprimido y las aduanas permanecieron en la costa.

Entre los años 1872 y 1876 se desarrolló en el País Vasco la Segunda Guerra Carlista. Esta contienda terminó con la derrota militar de los carlistas en invierno de 1876: huída a Francia del grueso del ejército en febrero y rendición del castillo de Lapoblación (Navarra),  último reducto carlista, el 2 de marzo.  Siendo presidente del Gobierno Antonio Cánovas del Castillo se dictó la Ley de 21 de julio de 1876, ley que se considera como de abolición de los Fueros.  En adelante –desde 1878–, los territorios vascos se rigieron, en lo que respecta al ámbito económico-administrativo, mediante el sistema de Conciertos Económicos.